Para muchos en el mundo, Jesucristo parece ser sólo una figura de la historia, y para otros, una oscura figura de adoración. Para algunos, sin embargo, Él es un Salvador y Redentor personal, incluso un amigo. Personalmente, me gusta incluirme en este último grupo, y el Libro de Mormón es lo que me llevó allí.

Crecí en un hogar donde mis padres fueron siempre miembros activos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En nuestra casa, sentía que la religión era una opción y no una obligación. Así que cuando llegué a tener varias encrucijadas (tales como dejar la escuela secundaria, o levantarme en la mañana del domingo después de un sábado por la noche), sabía qué esperaban mis padres, pero también sabía que dependía de mí si quería estar con ellos.

Puedo recordar lo que pudo haber sido la primera encrucijada espiritual. Cuando tenía nueve años, recuerdo haber estado en la iglesia, hablando delante de un grupo de jóvenes de mi edad. Estando de pie al frente del salón, dije: «Sé que el Padre Celestial y Jesucristo, viven». También recuerdo vívidamente que el final de la frase se apagaba a medida que mi voz se suavizaba. Yo estaba dudando si lo que había dicho era en verdad cierto.

Con los años, más preguntas me pasaron por la mente como la que tuve cuando estaba de pie en frente del salón de clase de la Iglesia a la edad de nueve años. Estas preguntas aparecían en todo momento, así que tomé el desafío de encontrar la verdad por mí mismo por medio del Libro de Mormón. Con el tiempo me di cuenta de que el Señor me estaba diciendo que este libro estaba para ayudarme a encontrar las respuestas a mis preguntas acerca de Él y de Su Evangelio.

El Libro de Mormón se llama «Otro Testamento de Jesucristo», los Santos de los Últimos Días («mormones») consideran que es otro libro de sagradas Escrituras que profetiza de Jesucristo, narra Su historia, y desarrolla Su doctrina. Desde la misma página de la introducción pueden descubrir mucho acerca de lo que es, pero lo más importante es que he llegado a darme cuenta por mí mismo la verdad de la promesa de que es el camino más seguro para llegar más cerca a Dios.

Al leer el Libro de Mormón, he leído acerca de las personas que vivían en una parte del mundo donde yo no vivo, y en un período de tiempo que nunca he visto. Lo que tenemos en común, sin embargo, es la mortalidad. Ellos vivían en este mundo, también, con los mismos mandamientos y su acompañada promesa de redención por medio de un Salvador. Cuanto más este libro es parte de mi vida, más claro es el recordatorio que tengo de las cosas que no cambian, sin importar quiénes somos o dónde y cuándo estamos viviendo.

En la forma más básica, y al igual que conocer a cualquier otra persona, el solo familiarizarnos con alguien nos acerca un poco más a esta persona. Leer lo que está en el Libro de Mormón logra eso, porque todo en este libro se centra en el Salvador Jesucristo. En los primeros capítulos del Libro de Mormón, el profeta Nefi dice precisamente eso: Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados (2 Nefi 25:26).

He podido acercarme más al Salvador al saber que Él es la fuente en la que encuentro la remisión de mis pecados, he llegado a saber quién es Él y lo que ha hecho por mí. Ese conocimiento ha llegado a través del Libro de Mormón de un modo más completo que no he podido encontrar en ningún otro lugar. Dentro de sus páginas he encontrado consuelo cuando estaba aterrorizado de hacer lo que el Señor quería de mí. He encontrado la confirmación de que tengo algo verdadero, he encontrado la guía, y he encontrado entendimiento.

Y todo esto es sólo el comienzo. Léanlo ustedes mismos para saber si es verdad, y entonces sigan leyendo para descubrir la verdad que está ahí.

Nuestro Salvador Jesucristo está ahí «firme e inmutable.» Para estar más cerca de Él, y para reconocer el papel que juega en nuestras vidas individuales, tenemos que andar en el camino correcto. El Libro de Mormón nos dice dónde está Él, y los pasos a seguir para llegar allí. Suena simple, ¿no? Eso es porque lo es. Simple, no significa necesariamente fácil, pero en este caso, vale la pena.

Orem, UT

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