Idioma: English
Idioma: English Español Português

El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo, Parte I

Profecías

El segundo DVD en la serie de Viaje de Fe debate el medio religioso, la cultura, el territorio y el idioma que rodeaban a los descendientes de Lehi y Saríah en el Nuevo Mundo. El hijo de Lehi, Nefi, empieza el relato del Libro de Mormón en el año 600 a.C., conservándolo al grabarlo en planchas de metal. La narración no salió a la luz hasta la década de 1820 cuando, por revelación divina, José Smith fue guiado a las planchas y las desenterró de una colina al norte del estado de Nueva York. De ellas, él tradujo el Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo.

Book of MormonEl Libro de Mormón contiene relatos de varias personas diferentes, en un período de mil años, armonizados y compilados en una sola narración por un padre y su hijo, Mormón y Moroni, quienes vivieron alrededor del año 400 d.C., el que incluye la visita de Jesucristo al pueblo nefita en las Américas luego de Su resurrección.

Este artículo estudia las profecías del nacimiento, ministerio, crucifixión y resurrección de Jesucristo contenidas en el Libro de Mormón

Qué es un profeta

La palabra “profeta” viene del griego prophetes, que significa “maestro inspirado”. Aunque ni el término griego ni su equivalente hebreo, nabi, requerían inicialmente la función de predicción, toda profecía miraba hacia el futuro. Dado que el Señor ha escogido a algunos de sus siervos para ser predictores –revelar, a veces en términos específicos, sucesos trascendentales que van a ocurrir– el elemento predictivo a menudo opaca otras implicancias de la palabra en la mente de algunos. …Por definición de las escrituras, un profeta es cualquier persona que tenga un testimonio de Jesucristo y es inspirado por el Espíritu Santo (Apocalipsis 19:10).[1]

Como informa John W. Welch:

Hugh B. Brown ha definido once características que “deben distinguir a un hombre que afirma ser un profeta”.…(1) “Afirma valientemente que Dios le ha hablado”; (2) es un “hombre dignificado [compartiendo] un mensaje dignificado”; (3) “declara su mensaje sin temor”; (4) comparte testimonio sin argumentos o sin concesión; (5) “habla en el nombre del Señor”; (6) “predice sucesos futuros… [que] van a suceder”; (7) su mensaje concierne a generaciones futuras de igual manera que a actuales; (8) “resiste la persecución”; (9) “denuncia la maldad sin temor”; (10) hace “cosas que ningún hombre podría hacer sin la ayuda de Dios”; y (11) “sus enseñanzas están en estricto acuerdo con las escrituras.”[2]

Los profetas en el Libro de Mormón recibieron notables visiones de Jesucristo y Su vida y ministerio. Los profetas del Antiguo Testamento como Moisés, Samuel, Isaías y Enoc han registrado sus experiencias con Dios. El Libro de Mormón ha traído a la luz el testimonio de otros profetas del Antiguo Testamento que no fueron incluidos en el canon y desde entonces han estado perdidos.[3] El Nuevo Testamento registra grandes experiencias cataclísmicas como la visión de Pablo de Jesucristo camino a Damasco (ver Hechos 9).

Profecías del Libro de Mormón sobre Cristo

Cuando pensamos en Jesucristo en el Libro de Mormón, inevitablemente somos dirigidos hacia el libro de Tercer Nefi donde se registra con gran detalle la visita de Cristo a las Américas y Su predicación y enseñanza a la gente y Sus apóstoles nefitas. Pero mucho antes de este suceso épico, el conocimiento de Su nacimiento, muerte y resurrección fue dado a los profetas nefitas.

Lehi

El llamamiento de Lehi como profeta está registrado de manera sencilla por Nefi:

Aconteció, por tanto, que mientras iba por su camino, mi padre Lehi oró al Señor, sí, con todo su corazón, a favor de su pueblo. Y ocurrió que mientras estaba orando al Señor, apareció ante él, sobre una roca, un pilar de fuego; y fue mucho lo que vio y oyó; y se estremeció y tembló extremadamente por las cosas que vio y oyó. (1 Nefi 1: 5–6).

Luego de esa experiencia, Lehi fue favorecido con una segunda visión de Dios el Padre, el Hijo, y los doce apóstoles israelitas:

Y aconteció que vio a “Dios sentado en su trono, rodeado de innumerables concursos de ángeles, en actitud de estar cantando y adorando a su Dios. . . . Y sucedió que vio a Uno que descendía del cielo, y vio que su resplandor era mayor que el del sol al mediodía. Y vio también que lo seguían otros doce, cuyo brillo excedía al de las estrellas del firmamento. (1 Nefi 1: 8–10)

Esto después fue seguido por una visión icónica para los Santos de los Últimos Días, que culminó en el Árbol de la Vida (ver 1 Nefi 1:8). Esta visión fue compartida por el hijo de Lehi, Nefi, quien recibió una invaluable interpretación por un mensajero espiritual.

Nefi

En 1 Nefi 1: 11–14, Nefi es guiado a través de la visión de su padre por un mensajero celestial o “Espíritu”. Pero además de lo que fue registrado por Lehi, Nefi tiene el privilegio de ver el futuro no sólo de su propio pueblo, sino también de esta tierra nativa. Para nuestros propósitos, sin embargo, lo que es más importante es la visión que Nefi tuvo de la vida del Salvador Jesucristo.

En algún momento entre los años 600 y 592 a.C., antes de que el pequeño grupo de Lehi se embarcara en la parte más larga de su viaje a través de Arabia, se comunica a Nefi que Jesucristo, el Hijo del Eterno Padre, nacerá de una virgen de Nazaret (1 Nefi 11:18-20) y que este don es una manifestación del amor de Dios (v. 22). Se le informa del bautismo de Cristo a manos de Juan el Bautista, el precursor (v. 27), Su ministerio, incluyendo el llamamiento de los Doce Apóstoles, y los milagros que Él realizaría (vers. 28–31). A Nefi entonces se le muestra el juicio de Cristo y Su crucifixión (vers. 32–33), y finalmente la próxima apostasía cuando “las multitudes de la tierra,… estaban reunidas para combatir contra los apóstoles del Cordero” (v. 34).

El capítulo siguiente trata del destino de la posteridad de Lehi. La oscuridad que cayó sobre Israel en la crucifixión de Cristo se reflejará y expandirá al Nuevo Mundo, como Nefi describe que vio:

…vapor de tinieblas sobre la faz de la tierra de promisión; y vi relámpagos, y oí truenos y terremotos y toda clase de ruidos estrepitosos; y vi que se hendieron las rocas y la tierra; y vi montañas desplomarse en pedazos; y vi las llanuras tornarse escabrosas; y vi que se hundieron muchas ciudades; y vi que muchas otras fueron abrasadas por fuego; y vi muchas que cayeron a tierra por causa de los terremotos… (1 Nefi 12:4).

Pero Nefi ve nuevamente a Jesucristo cuando Él se aparece a los nefitas, “Y vi abrirse los cielos, y al Cordero de Dios que descendía del cielo; y bajó y se manifestó a los que no habían caído” (v. 6).
Los nefitas ven que el Señor llamará nuevamente a doce apóstoles de entre los nefitas (vers. 7-10). Luego ve la final destrucción de su pueblo (v. 19–23).

La visión de Nefi del Salvador, como se la enseñó a su pueblo, es una profecía detallada de Jesucristo como uno pudiera esperar––que ocurriera alrededor de 600 años antes de que Cristo naciera en Israel.

Benjamín

Aproximadamente 450 años después, alrededor del año 130 a.C., un rey nefita justo, el rey Benjamín, reúne a su pueblo en un templo en Zarahemla para entregarle el reino a su hijo y para relatarles la revelación que había recibido en relación a Jesucristo.[4] Con gran convicción, Benjamín testifica: “Porque he aquí que viene el tiempo, y no está muy distante, en que con poder, el Señor Omnipotente que reina, que era y que es de eternidad en eternidad, descenderá del cielo entre los hijos de los hombres; y morará en un tabernáculo de barro“ (Mosíah 3:5). Benjamín detalla la vida y ministerio de Cristo, y Su nombre, “Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio” (v. 8).

Luego de profetizar la muerte y resurrección de Cristo, Benjamín explica: “Pues he aquí, y también su sangre expía los pecados de aquellos que han caído por la transgresión de Adán, que han muerto sin saber la voluntad de Dios concerniente a ellos, o que han pecado por ignorancia” (v. 11).

El discurso del rey Benjamín fue para unir a su pueblo en la fe en Jesucristo y una determinación renovada de vivir rectamente.

Samuel

Desafortunadamente, en un ciclo que es repetido varias veces en el Libro de Mormón, esta determinación disminuyó. Pero los misioneros a los lamanitas (descendientes de Lamán y Lemuel que era enemigos de los nefitas) habían obtenido considerable éxito a medida que el momento de la visita de Cristo se acercaba.

Y aconteció que en el año cuarenta y tres del gobierno de los jueces, no hubo contenciones entre el pueblo de Nefi, aparte de un poco de orgullo que se manifestó en la iglesia, lo que causó unas leves disensiones entre la gente, las cuales quedaron resueltas hacia fines del año cuarenta y tres. Y no hubo contención entre la gente durante el año cuarenta y cuatro; ni hubo mucha contención en el año cuarenta y cinco. (Helamán 3:1–2).

Samuel fue expulsado de la ciudad una vez por decir cosas que los nefitas no querían escuchar, pero instruido por le Señor, regresó. Los nefitas no le permitían regresar, así que se subió a un muro y empezó a profetizar. Después de llamar a los nefitas al arrepentimiento sin lugar a dudas, Samuel fue privilegiado con compartir las mayores noticias en la historia del mundo:

Y les dijo: He aquí, os doy una señal; porque han de pasar cinco años más y, he aquí, entonces viene el Hijo de Dios para redimir a todos los que crean en su nombre. Y he aquí, esto os daré por señal al tiempo de su venida: porque he aquí, habrá grandes luces en el cielo, de modo que no habrá obscuridad en la noche anterior a su venida, al grado de que a los hombres les parecerá que es de día. Por tanto, habrá un día y una noche y un día, como si fuera un solo día y no hubiera noche; y esto os será por señal; porque os percataréis de la salida del sol y también de su puesta; por tanto, sabrán de seguro que habrá dos días y una noche; sin embargo, no se obscurecerá la noche; y será la noche antes que él nazca. Y he aquí, aparecerá una estrella nueva, tal como nunca habéis visto; y esto también os será por señal. Y he aquí, esto no es todo, habrá muchas señales y prodigios en el cielo (Helaman 14:2–6).

Esto ocurrió exactamente como Samuel lo profetizó, y en el segundo artículo de esta serie, examinaremos el relato del ministerio de Cristo a los nefitas en el Libro de Mormón.

 


[1] Encyclopedia of Mormonism, sv “Prophet,”.

[2] John W. Welch, “The Calling of Lehi as a Prophet in the World of Jerusalem”, citing Hugh B. Brown, Eternal Quest (Salt Lake City: Bookcraft, 1956), 130–31.

[3] Ver por ejemplo, el testimonio de Zenós, Neum y Zenoc ((1 Nephi 19:10; Jacob 4; 3 Nephi 10:14–16).

[4] El discurso del rey Benjamín, que comprende Mosíah 2–6, es cubierto por completo en John W. Welch y Stephen D. Ricks, eds., King Benjamin’s Speech: That Ye May Learn Wisdom.